No hay heroínas sin inconvenientes, trabas u obstáculos. No hay heroínas acostumbradas a la victoria fácil. La confianza del Barcelona se catapultó tras perder en Montjuïc en la ida de la semifinal de la Champions por la mínima (0-1). Pero también el conjunto de Emma Hayes tiró de orgullo ante su afición. Ningún equipo impuso su fútbol. Ninguno estuvo exento de errores. El vigente campeón de Europa, el gran favorito, partió con una extraordinaria situación: la desventaja. Incómoda para ellas, como también poco habitual. No acostumbradas a remontar en Liga, con algunas más dificultades en Champions, pero siempre un punto por encima de sus rivales. En Stamford Bridge salieron para demostrar su capacidad de resiliencia y remontada, y marcaron Aitana Bonmatí y Fridolina Rolfö los dos goles que llevaron al Barcelona a la final de la Champions el 25 de mayo en San Mamés (contra PSG o Lyon; este domingo, la vuelta en París a las 16.00 tras el 3-2 de la ida). Quisieron la victoria, la buscaron, y la lluvia apagó el infierno del estadio inglés. El gran favorito asumió la presión, con todas las miradas sobre ellas, y la transformó en esperanza. Será su quinta final de la Champions, la cuarta seguida.
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Hannah Hampton, Kadeisha Buchanan, Niamh Charles, Jess Carter, Melanie Leupolz, Sjoeke Nüsken, Ashley Lawrence, Johanna Rytting Kaneryd, Erin Cuthbert, Catarina Macário y Lauren James
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Cata Coll, Ona Batlle, Lucy Bronze, Irene Paredes, Ingrid Engen, Aitana Bonmatí, Patri Guijarro, Keira Walsh, Caroline Graham Hansen, Fridolina Rolfö y Salma Paralluelo
Goles 0-1 min. 25: Aitana Bonmatí. 0-2 min. 74: Fridolina Rolfö.
Árbitro Iuliana Elena Demetrescu
Tarjetas amarillas Kadeisha Buchanan (min. 54) y Niamh Charles (min. 87)
Y eso que en la ida Emma Hayes abordó a la perfección su plan, y regresó de Montjuïc —convertido en el templo maldito para los culés— con un gol de ventaja. Jugaron a ralentizar la marcha. Allí, lejos de Londres, desesperaron a un Barcelona lento con el balón, imposibilitado para construir su juego, e inofensivo en ataque: cuanto peor arremetía contra la portería rival, más vulnerable era en defensa. Giráldez no encontró el hueco por dentro, y tampoco aprovechó sus extremos. Para la vuelta, el técnico evidenció que algo debía cambiar, y el peso recayó entonces sobre Mariona Caldentey, totalmente desaparecida en Montjuïc y el único trueque del once inicial para la vuelta. En su lugar, Lucy Bronze, que ocupó el lateral derecho para que Ona Batlle se apropiase el izquierdo y dejar a Fridolina Rolfö más adelante, en su posición natural de extremo antes de llegar al Barcelona. El Chelsea, esta vez, estaba sin Mayra Ramírez —una pesadilla menos para la defensa azulgrana—, baja de última hora por lesión tras entrenar esta semana con un vendaje en una pierna, y que Catarina Macario sustituyó como único cambio del equipo inglés.
Las jugadoras se personaron serias en un Stamford Bridge completamente lleno —39.398 asistentes— en un récord de asistencia al campo inglés en un partido de fútbol femenino. Las blues hicieron una arenga antes del inicio entre el estruendo de los espectadores. El ruido de sus aficionados las acompañó en su intensidad y presión, mientras el Barcelona rememoraba los errores —menos que en la ida, pero aún suficientes para lastrar a las azulgranas— del primer partido: pérdidas constantes que alargaron la agonía por la dificultad de recuperar la pelota, sobresforzándose en defensa y precipitándose en ataque. Nerviosas, no alargaron las posesiones.
Pero Jonatan Giráldez prometió reajustes, y con la lluvia sobre el mítico estadio inglés, llegaron. La presión sobre el campo rival se enfureció, y la portera del Chelsea, Hannah Hampton, se estrenó en toda la eliminatoria tras un disparo de Graham Hansen, reaparecida tras sus escasas intervenciones en la ida y más liberada. Pudo frenar a la noruega, pero no a su compañera de baile esta temporada: Aitana Bonmatí. Patri Guijarro encontró a la Balón de Oro en su lugar favorito, en la frontal del área, donde marcó el gol que igualó la eliminatoria y con el que empató a Alexia Putellas en tantos —21— en la Champions. Y que, sobre todo, supo a aire.
Entonces, el Barça empezó a convertirse en el Barça. Pero el Chelsea nunca dejó de ser el Chelsea. Aitana sangró por la nariz tras un pelotazo. La intensidad seguía servida sobre el césped, y las ‘blues’ lo intentaron constantemente frente a Cata Coll, que se erigió como heroína junto a la fortuna, que cayó del lado azulgrana en los intentos del equipo de Hayes. Las ocasiones se intercambiaban. El Barcelona era vulnerable. Hasta que llegó el penalti de Jess Carter sobre Aitana. Y Rolfö, protagonista en la final de Eindhoven, y que no estuvo especialmente acertada con el último pase durante el partido, puso la ventaja en el marcador para el Barcelona.
Aitana, la otra heroína del encuentro, se retiró con molestias para dar paso a Alexia Putellas, en el banquillo desde el inicio. “No puedo, no puedo”, gritó la 14 del Barcelona desde el suelo. Siguieron las azulgrana apretando, y el equipo de Hayes, que se echaba las manos a la cabeza mirando al cielo, trató de presionar para poner el empate en la eliminatoria. Los nervios se impusieron. El estadio rugió. El Chelsea veía escaparse su final, la que hubiese sido la segunda para ellas. Giráldez por fin sonreía. No dejó de llover sobre Stamford Bridge, pero las nubes que taparon Montjuïc en los últimos minutos de la ida se despejaron. El Barcelona alcanzó la quinta final en Champions, esta vez en casa, en San Mamés, el 25 de mayo. Entre sus posibles rivales, el PSG y el Olympique de Lyon, el gran rival del Barcelona. Mientras, ellas siguen camino a su trono, camino a su historia, camino a seguir siendo las heroínas de Europa.
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