Se disputa en la Suiza francófona, entre Château d’Oex y Friburgo, la primera etapa del Tour de Romandía. Un español, Raúl García Pierna, del Arkéa, se destaca en la fuga; otro español, Alex Aranburu, se mueve bien en el pelotón con vistas al sprint final (termina séptimo; gana el francés Dorian Godon, del Decathlon, nuevo maillot amarillo también), y su compañero en el Movistar Jorge Arcas se preocupa de proteger del viento y del frío inclemente (5-6 grados de termómetro, sensación térmica de 1-2, por el viento) a su líder, Enric Mas, que aspira a la victoria final. El líder del Ineos es otro español, Carlos Rodríguez, para el que trabajan Castroviejo y Óscar Rodríguez. Juan Ayuso es el jefe en el UAE y Jesús Herrada en el Cofidis. En total, 11 ciclistas españoles en la última gran carrera de una semana previa al Giro de Italia. El número habitual. La potencia normal de uno de los grandes países del ciclismo.
Sin embargo, los números que se ven en la recién publicada lista de participantes del Giro de Italia (4 a 26 de mayo, de Turín a Roma) cuentan otra historia: 22 equipos de ocho corredores (dorsal número 1, Geraint Thomas, segundo en 2023; el 191 para el gran favorito, Tadej Pogacar), 176 ciclistas y solo cuatro españoles, el número más bajo desde 1986, cuando el único español fue el catalán Pedro Muñoz, que terminó décimo pese a su soledad en el Fagor y en todo el Giro.
Eran los años, que duraron hasta 1994, en los que la Vuelta y el Giro se disputaban en abril y mayo, con apenas cuatro días de diferencia entre una y otra. Este desajuste de calendario se apreció con la máxima gravedad en 1979, cuando Unipublic organizó por primera vez la Vuelta en un tiempo récord. Logró reunir a 90 participantes (victoria, al menos, de prestigio, del neerlandés Joop Zoetemelk, que el año siguiente ganaría el Tour) en nueve equipos de diez corredores cada uno, seis de ellos españoles. Junto a veteranos asentados como el Kas o el Teka, llegaban entonces al pelotón nuevos emprendedores, como el Moliner, el Novostil o el Transmallorca, que no tenían capacidad para apuntarse después a la carrera italiana. Aquel 1979 del primer triunfo del jovencísimo Giuseppe Saronni no hubo ningún ciclista español.
Los cuatro de 2024 son Rubén Fernández, gregario en el Cofidis; Pelayo Sánchez, debutante, y Albert Torres en el Movistar, dos españoles solo en el único equipo español, y Juanpe López, el hombre fuerte del Lidl, en forma como mostró la semana pasada ganando el Tour de los Alpes, amante de la carrera italiana, como mostró hace dos años, con 10 días de maglia rosa, maglia rosa final y el décimo puesto. “La idea era llevar algún español más, pero Pedrero y Romo están lesionados”, explica Eusebio Unzue, responsable del Movistar, que estará liderado por el colombiano Nairo Quintana, aún en baja forma tras sus duras caídas en la Volta, con vistas a una victoria de etapa en montaña, su compatriota Fernando Gaviria, pensando en los sprints, y el portugués Rubén Guerreiro. La lista es aún provisional (de hecho, en ella no figura Torres), por lo que podría haber cambios.
Los equipos son multinacionales ya, culminando una tendencia iniciada con la globalización del siglo XXI, el Tour absorbe toda su energía y sus mejores ciclistas. Los mejores españoles, ausente Mikel Landa, con la clavícula rota, y alguna costilla, son justamente Ayuso, Mas y Rodríguez. Los tres solo piensan en el Tour (29 de junio a 21 de julio) y, en todo caso, si les sobran fuerzas, en la Vuelta a España a mediados de agosto. La clase trabajadora está cada vez más abierta a ciclistas de nacionalidades hasta hace nada alérgicas al ciclismo. “Estos números reflejan el cambio que se ha producido en el pelotón. Están desapareciendo los grandes gregarios, los capitanes de ruta, ciclistas con la ciencia de la carrera en la cabeza, papel que hacían perfectamente los españoles, sustituidos por ciclistas a los que solo se mide los vatios, no el oficio, la experiencia o la inteligencia de saber estar en el pelotón e interpretar los movimientos que se producen. Todos los equipos tienen grandes ciclistas con grandes sueldos que intentan hacer de gregarios, y no se olvidan de pensar en los malditos puntos”, añade Unzue, consciente de que su discurso pueda parecer nostálgico. “Y ya no hacen falta ni ciclistas que bajen a por bidones al coche. Ahora tenemos que gastarnos casi más presupuesto en auxiliares para que cada 20 o 30 kilómetros tengamos a dos en la cuneta suministrando geles, barritas y bidones a los corredores que pasan a 70 por hora, que en ciclistas”.
En el primer cuarto del siglo XXI, la media de españoles en el Giro ha sido de 16 al año. La primera década vivió el apogeo masivo del ciclismo español en la corsa rosa, con una media de 21 corredores españoles por Giro y un tope de 32 en 2006, el año de la Operación Puerto, (y 29 en 2005). La década siguiente, entre 2010 y 2019, la media descendió hasta 14,5 españoles al año, y en los cinco años de la actual, de 2020 a 2024, se llega a ocho al año solamente.
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